jueves, 24 de marzo de 2011

Relatoría Antonio Cornejo Polar. "Escribir en el aire"

Relatoría 14 de marzo de 2011: Antonio Cornejo Polar.
Crítica literaria Latinoamericana.
Texto: Antonio Cornejo Polar. “La armonía desgarrada”, pp. 81-100, e “Introducción” pp. 6-17. En: Escribir en el aire. Ensayo sobre la heterogeneidad sociocultural en las literaturas andinas. CELAP, 2003.

En la Introducción a su ensayo Escribir en el aire, Antonio Cornejo Polar –profesor y crítico literario peruano fallecido en 1997– apunta que la teoría y la crítica literaria latinoamericana de las últimas décadas avanzaron secuencialmente según tres grandes agendas problemáticas, relacionadas directamente con el contexto histórico y cultural de su lugar de enunciación. Estas son la del cambio, la de la identidad nacional o latinoamericana, y la de “la reivindicación de la heteróclita pluralidad que definiría a la sociedad y cultura nuestras.” No sobra decir que el análisis teórico-crítico del autor se inserta en dicho contexto, proponiendo revalorizar la mirada social e histórica que se tiene de la literatura, así como la problemática identidad de su lugar de enunciación, América Latina. De esto es que se tiene en cuenta “la importancia de las literaturas nativas coloniales y modernas y la consiguiente necesidad de incluirlas como parte de todo el proceso histórico de la literatura latinoamericana” (pág. 8), además de la inclusión de “otras literaturas marginadas” en el canon.
Consciente y preocupado de nuestras raíces múltiples, Antonio Cornejo Polar usa el concepto de heterogeneidad “para dar razón de los procesos de producción de literaturas en las que se intersectan conflictivamente dos o más universos socio-culturales…”. A partir de esto, su análisis literario y su propuesta teórica de análisis serán en principio la interpretación de tres elementos constitutivos o núcleos problemáticos que tiene toda obra en relación con su recepción: el discurso, el sujeto y la representación. En cuanto al primero dice que son textos que contienen una densidad social e histórica resultado de discursos y tiempos heterogéneos que se entrelazan y definen el texto en busca de una hegemonía semántica. En cuanto al sujeto, acepta la concepción moderna comúnmente aceptada con que se le interpreta y experimenta, afirmando sus raíces románticas para tomar distancia de dicha valoración y reafirmar, por el contrario, su origen más antiguo; es decir, en la discusión teológico-jurídica sobre la condición del indio en América Latina, en los tiempos de la conquista española. Y esto debido a que de situaciones coloniales surgen sujetos cuya realidad es una “red de encrucijadas múltiple y acumulativamente divergentes donde el presente rompe su anclaje con la memoria” (pág. 13). Resulta pues, ser un sujeto cambiante y fluido, objeto de una realidad contradictoria, “hecha de fisuras y superposiciones, que acumula varios tiempos en un tiempo.” Antes que denunciar o elogiar la historia de nuestra situación, Antonio Cornejo Polar se afirma y afirma nuestra condición heterogénea para escapar del legado romántico y moderno que exige de nosotros unidad, continuidad, solidez y fortaleza. Y en cuanto a la representación, dice el autor que en la mimesis el sujeto actúa como de instrumento o herramienta edificante de una realidad deseada en términos de autonomía, no obstante su enunciado dependa de un sujeto real.

Consecuentemente con su análisis sobre el problema de la crítica y la teoría literaria latinoamericana, Antonio Cornejo Polar interpreta la el marco social, la recepción y la crítica de la literatura del Inca Garcilaso. Para dar cuenta de la compleja red de contradicciones de la heterogeneidad común en dicha literatura, el autor decide dar muestra de ello a partir de los discursos homogeneizadores propios del siglo XIX en busca de una comunidad integrada, y en donde Garcilaso, mestizo, es “una de las primeras en intentar la configuración de un espacio de convergencias y armonías” (82). En primera medida, el Inca abraca formas múltiples de discursos, luz de lo heterogéneo, pero de manera integradora; es decir, apela dicha diferencia a una unidad deseada, la cual es regulada, a su vez, por su condición, autoidentificación y por ende autoridad de mestizo. La estrategia textual es, pues, dar autoridad a un discurso según la necesidad de hacer legítima la condición social de una deseada e integradora identidad, la del mestizo. Entendida esta en términos de conjunción y síntesis “en función de una armónica convergencia de fuerzas disímiles y encontradas, hasta la certeza –no sin grietas– acerca del sentido providencial de la historia.” (86) Es para Antonio Cornejo Polar una armonía desgarrada ya que dicha síntesis totalizadora de lo disímil en lo homogéneo es más una utopía que una conjunción real y armónica de una realidad plural problemática. Así pues, el mestizaje termina siendo no la armónica unidad de dos mundos (el indígena y el español), sino la unidad de una “convivencia forzosa, difícil, dolorosa y traumática.” (89)

Ahora bien, las posibles ambigüedades, contradicciones, en fin, la densidad de los Comentarios posibilita valoraciones en sí potenciales. No es arbitrario que el Inca, gracias a su obra y biografía, a la recepción y los juicios crítico-sociales de estas y a la historia, sea considerado como la figura social de una construcción colectiva, como un “héroe cultural”, valorizado así por las élites intelectuales que vieron en él la fusión armónica y fundamental de las razas propias de la nacionalidad peruana. Pero hay que tener cuidado en cuanto a la proveniencia de lo que esconden y significan los símbolos culturales y políticos formadores del pensamiento colectivo, pues muchas veces la historia real –en manos de las élites– es el pretexto de ideologías deformativas, para bien o para mal, en las que creer ciegamente es vivir ciegamente.        

lunes, 21 de marzo de 2011

III coloquio nacional de historia de la literatura colombiana


El Grupo de investigación Colombia: tradiciones de la palabra de la Universidad de Antioquia
 invita a profesores, investigadores y estudiantes de postgrado nacionales y extranjeros
a compartir sus investigaciones en los temas de:
  • Literatura y regiones
  • Prensa y literatura
  • Mujeres y literatura: aportes y perspectivas en el ámbito internacional”
En el marco de los Coloquios de historia literaria. Estos eventos tienen por objetivo
ampliar el enfoque del estudio histórico de la literatura colombiana a las literaturas
latinoamericanas y europeas, por ello en estos tres encuentros se recibirán
ponencias que versen sobre cualquier literatura en los temas propuestos.
Los coordinadores esperan que estos Coloquios se conviertan
 en verdaderos espacios de intercambio
 académico, institucional y personal.



http://ihlc.udea.edu.co/index.php?option=com_content&task=view&id=70&Itemid=53

martes, 15 de marzo de 2011

Relatoría clase Crítica Latinoamericana, 9 de Marzo de 2011, por David Luna D.

Texto: Bueno, Raúl. (1988) “Sentido y requerimientos de una teoría de las literaturas latinoamericanas”. En, Escribir en Hispanoamérica. Ensayos sobre teoría crítica y crítica literarias. Latinoamericana editores, Lima/Pittsburgh, 1991. pp. 85-106.
En este ensayo crítico el escritor peruano Raúl Bueno presenta un balance del proyecto de construcción de una teoría de la literatura latinoamericana. Cuestionando cuáles son las razones por las que no ha funcionado dicho proyecto a pesar de haber sido formulado desde hace casi un siglo, pero apuntando hacia algunas claves que lo hacen funcionar realmente en el presente y a futuro.  
Lo primero que encontramos que cuestiona Bueno son las prácticas teóricas concretas alrededor de este proyecto, es decir, el trabajo que se debe hacer para producir un sistema teórico que considere verdaderamente los fenómenos literarios latinoamericanos y se haga cargo de las especificidades de nuestras obras, conformando un cuerpo teórico sistemático que pueda denominarse como “teoría de la literatura latinoamericana”, que aún no existe de manera consistente, pues no existe un cuerpo discursivo o institucional que sustente el marco teórico ni existe una red que permita interconectarlo entre la comunidad latinoamericana, pues se expresa sobre todo en manifestaciones dispersas.
Debido, en parte, a dos factores que han sido dominantes en algunos de los trabajos teóricos de escritores latinoamericanos del siglo XX: la tendencia “ecuménica” hacia “la universalidad teórico-literaria” y la tendencia –obtusa- a limitar el campo de estudios a la literatura erudita. Reteniendo de esta forma, en el fondo, los valores y paradigmas de una teoría que es ajena al sistema en el que están insertas las obras y las prácticas teóricas que las intervienen.  
Desconociendo las particularidades de los fenómenos literarios locales que desbordan los paradigmas del modelo hegemónico y desatendiendo la propia tradición, al ignorar tanto las obras “mayores”, como aquellas que están inmersas en lo que se ha designado dentro de los  “sistemas literarios alternos” (literatura oral, popular, tradicional, étnica, marginal, masiva, etc.).  Desalentando de esta manera la “(…) posibilidad de teorizarla –literatura latinoamericana- de modo autónomo.” (89) Sin tener en cuenta las formas en las que se contaminan e incorporan las distintas expresiones culturales que confluyen en nuestras literaturas.
Esta etapa del proyecto se ha preocupado sobre todo por el nivel de los fundamentos epistemológicos del trabajo teórico. Los autores que Bueno clasifica dentro de este grupo son: Alfonso Reyes, Martínez Bonati, Reisz de Rivarola, Silvio Romero, Fidelino de Figueiredo, Maldavsky, entre otros.
El segundo momento que revisa Bueno lo constituyen los campos crítico e histórico de la literatura latinoamericana. En esta etapa se han venido desarrollando conceptos, categorías y modelos capaces de explicar los fenómenos literarios propios, a partir, de las obras producidas a nivel local en Latinoamérica, formulando un sistema que si bien parte de una literatura específica, sirve para extrapolar el modelo hacia otras literaturas producidas en otros contextos específicos a los que se puede adaptar, dando cuenta de sus particularidades, así como de las relaciones histórico-culturales entre los pueblos de América Latina.
Estos modelos crean –o agencian- dispositivos teóricos con el fin de explicar y analizar problemas inmersos dentro de los procesos literarios y culturales en los que están actuando los textos, al mismo tiempo que son capaces de trascender con esos modelos los acontecimientos o fenómenos concretos que los originan, respondiendo a las demandas de fidelidad y rigor de una historia literaria que “supone sociedades y culturas multiformes, coexistentes y conflictivas” (95) y que son conscientes de la relación que existe entre el texto y el contexto literario y la realidad en donde se producen y se inscriben, lo cual involucra una teoría social de la literatura latinoamericana que a través de sus prácticas históricas amplía el proceso comprensivo cultural hacia el conocimiento de la realidad y la sociedad. Teniendo en cuenta tanto las “condiciones sígnicas” (su “calidad referencial”), como las condiciones y procesos de su producción o “condición representada-por significación o productividad- de los modos de realidad de América Latina.” (95) Procesos que constantemente están replanteando la función de la literatura y por lo tanto del sistema en el que están viviendo u operando.   
Entre los representantes de esta tendencia, Bueno resalta el trabajo de cuatro de los grandes: Ángel Rama, Cornejo Polar, José Carlos Mariátegui y Alejandro Losada. De Rama resalta la explicación que hace de la estructura y funcionamiento de las novelas a través del dispositivo de la transculturación, con el que explica como las temáticas y lo tradicional de la cultura latinoamericana se ha fundido con las formas externas de la literatura, en el encuentro conflictivo entre dos culturas. De la obra de Cornejo Polar, resalta el concepto de la heterogeneidad, con el que trata de explicar las condiciones que enfrenta un discurso inmerso dentro de un “doble estatuto sociocultural”, o, para decirlo en concreto, dentro de contextos y discursos plurales, que ponen en duda la concepción de unidad poniendo de manifiesto un modelo de totalidad conflictiva, en el que la literatura a pesar de sus relaciones responde a un fraccionamiento, a una atomización, que se encuentra dentro de la misma sociedad latinoamericana debido a las tensiones y fricciones que la circundan.
También resalta el trabajo que realizó Mariátegui en sus 7 ensayos... pues en este ensayo planteó un modelo del proceso evolutivo de la literatura “erudita” peruana que da cuenta de la autonomía de la literatura frente al acaecer político e ideológico, dando un modelo que puede ayudar a pensar su marco dentro de otros contextos latinoamericanos, para entender las diferencias y los puntos de contacto en el trascurso de la historia. Finalmente, resalta la historia social que desarrolló el también peruano Alejandro Losada, quien logró “arma(r) un sistema teórico de proporciones y de alcances sincrónicos y diacrónicos” (94) en los que explica cómo funcionan los sistemas literarios latinoamericanos.
El problema -dice Bueno- con estos trabajos es que ninguno por sí sólo logra conformar un cuerpo teórico orgánico, pues en general son personajes y obras aisladas que no tienen quién las intercomunique entre sí para formar un “sistema integral”, a pesar de su originalidad y brillantes.  
Para lograr este objetivo Bueno incita a explorar el ensayo, pues considera que este género proporciona un recipiente en el que se puede “acopiar, relacionar y sistematizar la información conceptual, de orden teórico y epistemológico” (98), de este proyecto de organización de una teoría latinoamericana. 
Esfuerzo que no podemos considerar aislado de la función social que impone el trabajo teórico, que no solamente está dirigida a enriquecer la crítica textual, sino al “diseño de sociedades posibles basadas en la justicia social.” (105) Siguiendo de esta manera la postura que propone Fernández Retamar cuando llamaba a consolidar este proyecto latinoamericanista, para el que es necesario un trabajo colectivo (para el que también deberíamos replantearnos cuál es la forma de educar, de transmitirlo, de formarlo, de incentivarlo).

domingo, 13 de marzo de 2011

RELATORÍA LUNES 7 DE MARZO

Texto: Rincón, Carlos. “El cambio en la noción de literatura en Latinoamérica” En: El cambio actual de la noción de literatura en Latinoamérica y otros estudios de teoría y crítica latinoamericana. Biblioteca colombiana de cultura, 1978. Pp 13-45.

Carlos Rincón comenzará diciendo que es necesario replantearse la noción de literatura no únicamente desde la producción sino también desde la recepción. Como el hecho literario es un hecho histórico, cambia. La crítica tendría que ser capaz de ver estos cambios, acompañarlos y no tratarlos de una manera “burguesa” y descontextualizada.
La importancia de este autor, y de este texto en particular, se marcó al comienzo de la clase. Se charló un poco acerca del modo de escritura de Carlos Rincón y de su prosa tan densa, y cada estudiante dijo si le gustó o no. La profesora destacó que quizás lo que complejizó su lectura es que Rincón lo escribió desde una matriz marxista, desde una matriz de recepción situada en el contexto. Esta propuesta de trabajo desde la recepción de Rincón se puede afiliar a los estudios que cursó en Alemania, al igual que Gutiérrez Girardot.
Es un texto fundamental ya que vuelve sobre las cosas de las que hemos estado charlando a lo largo del curso, como por ejemplo el tema del objeto de la crítica en Retamar y Kalimán. A su vez incluye el testimonio y la importancia que éste tuvo para Latinoamérica. Pero lo más interesante del texto es que, más allá de exponer sus ideas acerca de cómo debe ser la crítica literaria, da dos ejemplos de un análisis situado, como se espera que hagan los críticos.
En la primera parte del texto explica porqué no se ha podido hacer crítica en Latinoamérica, y luego expone los síntomas de cambio de la literatura y de su función. El problema radica en que la crítica, de una manera burguesa, ha tomado a la literatura como un todo autónomo e inmanente sin ver la relación con el proceso histórico social y la función que ha cumplido en ese contexto. También critica la adopción de métodos sin un fondo epistemológico, es decir la adopción del know-how descontextualizado. De acuerdo con esto, define a la literatura como “…una forma estética de praxis social” (Rincón,1978: 16) que produce “efectos específicos” (Rincón,1978: 18), y les da a los textos la categoría de artefacto, marcando una relación entre condición estética, sociedad y contexto histórico.
Al estar ligada al contexto, la noción de literatura cambia. Para ejemplificarlo, la profesora citó al grupo  de matemáticos franceses OULIPO que practican la escritura limitada. En los Ejercicios de estilo, una misma historia es contada en formatos diferentes. Surgió una pregunta, ¿lo habríamos considerado literatura si no lo hubieran citado como ejemplo? Esto nos permitió ver cómo cambia la noción de literatura en función de las transformaciones de las necesidades y expectativas de lectura, así como también la relación con el lector. El testimonio es otro ejemplo.
Rincón marca a los cincuentas y a los sesentas como época de quiebre para la noción y la función de la literatura. Es en este contexto de revoluciones que podemos ver bien la necesidad de cambio. Por un lado, hay un medio que exige una literatura diferente. También hay una conciencia del escritor (un hombre de “nuevo tipo”) de que “la ficción organiza la realidad vivida para hacérnosla comunicable” (Rincón,1978: 30). Y la producción de una obra diferente, de un género nuevo. Ante esto, la crítica puede verla o no. Para Rincón no la vio, hubo más bien una resistencia burguesa por la comodidad y por el error del contexto “descontextualizado”. Presenta el ejemplo del análisis sobre El libro de Manuel en el que se marcó la influencia de los surrealistas y se dejó de lado el montaje que hace con los recortes de periódicos y la toma de posición política que esto implica.
En la segunda y tercera partes, Rincón analiza dos manifestaciones que cambian la idea de lo literario en Latinoamérica: la novela documental y el cuento. Hace una crítica localizada (que es lo que vino planteando a lo largo de la primera parte) y marca las diferencias de esa manifestación entre Latinoamérica y otras partes del mundo. Surgió una duda, ¿Rincón dice cómo tiene que ser la crítica y ya? Claramente no fue así, ya que el texto que leemos en sí es una crítica “revolucionaria”, un modelo de cómo debemos analizar para dejar de reproducir una crítica burguesa. Principalmente, hay que abandonar la dicotomía ficción /no ficción ya que como citamos anteriormente, la ficción reorganiza la realidad vivida. En este sentido, el análisis que hace del cuento latinoamericano explica su función en el contexto. Permite la superación de la ciudad letrada, la presencia de la oralidad y genera una ilusión extraña con el tiempo. Pero lo más interesante es que juega con la idea de verosimilitud, hasta demostrarse un artefacto, una fabricación por el autor. La función del mismo se diferencia de la del cuento en Estados Unidos, por ejemplo, ya que en Latinoamérica es como el género de iniciación.
        Ya al finalizar la clase, se planteó cómo se puede ver lo que Rincón postula en la actualidad. Ya sea en las posturas de rechazo de algunos escritores y críticos, como los de corte poscolonial, o en lo subalterno o literatura de periferia, podemos ver una contextualización de la función de la literatura. También se marcó el ejemplo de la oraloteca y se ejemplificó con anécdota personales la necesidad de hacer una crítica contextualizada.

sábado, 12 de marzo de 2011

Relatoría 23 de febrero de 2011

Jaime Henríquez Fattoni
Relatoría – Crítica latinoamericana – 23 de febrero de 2011
Texto: Mariátegui, José Carlos. "El proceso de la literatura". En Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana. Fundación Biblioteca Ayacucho. Caracas: 2007. Pp. 191 - 296
Se empieza haciendo un repaso rápido de los textos que hasta ahora hemos visto. Se habla de una panorámica global relacionada con la descolonialización de los estudios en Latinoamérica (Quijano).  Mignolo permite pensar los marcos de una teoría. Retamar suma, en cierta forma, Quijano y Mignolo. Se da en Retamar una busca de una crítica científica que, en Latinoamérica, exigiría: a) una consideración del contexto social de producción, b) la relación de eso con otros fenómenos tanto a nivel local como global y a nivel no sólo literario sino histórico, y c) una preocupación por los géneros, que deben surgir de la producción y no pretender acomodar la producción a ellos. 
Para Retamar, el ensayo en Latinoamérica es un género importante y tiene un lugar privilegiado. El ensayo en Mariátegui es ejemplar. Osorio llama la atención sobre los modelos de ensayo que están determinados por políticas culturales extranjeras, pero reconoce que hay apuestas intelectuales independientes, que se salen de esos moldes extranjeros y oficiales de producción ensayística. Mariátegui es un ejemplo de eso. Mariátegui busca un posicionamiento local, visible en su crítica de la literatura peruana en sus momentos colonial, neocolonial, civilista, etc.
El ensayo en Mariátegui tiene estas características. 1) Da cuenta de lo que él está haciendo críticamente (Mariátegui no defiende una crítica neutral, sino una en la que estén inmersas las inclinaciones políticas del crítico. El trabajo de Mariátegui (lo dice él hacia el final del texto) quiere ser una teoría o tesis y no un análisis. En la tesis o teoría hay un posicionamiento explícito. Un crítico debe examinar en sí mismo posicionamientos y conocimientos, manías y vicios). 2) Aunque no lo hace desde la academia, plantea una expresa postura ideológica de lectura. Es un punto de vista, más que un método de lectura 3) Emparienta su postura ideológica con su conocimiento histórico de los textos y del medio. Es un proyecto político: su énfasis en el indigenismo, su afán anticolonialista, su carácter periodístico. En Mariátegui se da una figura de intelectual multifacético que no se había dado antes en el Perú (periodista, intelectual, lector, político). Retamar: hay modelos que no se corresponden con lo que uno esperaría que fuera una teoría, pero que ellos en sí mismos funcionan como un modelo para repetir, siendo una crítica. Para Bueno, Mariátegui hace una crítica, una especie de historiografía. Esta crítica de Mariátegui, ese modelo, se puede replicar (guardando las diferencias). 
Mariátegui exalta que la lengua es lo primero en el momento de pensar nación. Mariátegui, en su ensayo histórico-político-literario, hace una relación con los contextos sociales, políticos y económicos. Hay un interés por mirar lo que ocurre afuera y por su repercusión también en lo que está ocurriendo adentro del Perú. El modelo historiográfico que presenta es: Literatura colonial -> literatura de transición (que coincide con los primeros impulsos cosmopolitas) -> literatura independiente. El mismo modelo de Retamar y de Cândido. Mariátegui quiere buscar cuándo es peruana la literatura que estudia. Pero "peruana" no es una homogeneidad sino un calidoscopio: con veta indígena, mujeres, simbolistas, cosmopolitas, poetas, narradores, etc. 
Dos puntos claves. 1) Qué exige Mariátegui para la literatura y 2) para la crítica. A la literatura le exige ser una expresión del pueblo (como medio político, económico, social) en el que se produce. A la crítica le pide que sea revolucionaria, que no sea una crítica sólo valorativa, sino una que busque un cambio en la forma de ver la literatura. También exige que la literatura se trabaje con instrumentos aptos y adecuados según la producción que se va a estudiar. Todas las literaturas nacionales (y en especial las coloniales) son de excepción y todas exigen estudiarse en su propio contexto. A pesar de esto, Mariátegui insiste en que esto no equivale a trasladar el contexto político, social, económico al plano estético, sino que hay que reconocer los códigos diferentes y específicos a cada área.
Hay que aclarar que es muy difícil hablar de un fenómeno aquí, sin conectarlo nutriciamente con algo europeo. Es muy difícil leer por fuera de las influencias porque el mundo no funciona sin las influencias y los fenómenos culturales no se dan nunca de manera autónoma. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la literatura se encarga de traducir el medio, no de hacer copias. Cuando el crítico ve esa traducción, miopemente, como una copia, le está haciendo un daño a ese medio. La crítica debe abrir caminos a la comprensión de la literatura en su medio. En una persona todo está transmutado, los procesos mentales digieren y mezclan las influencias con otras cosas: nada es copia de otra cosa. Todo está mezclado de su medio, por lo tanto, la condición indispensable de la crítica es que esté involucrada con el medio.
  • En Mariátegui no hay una definición precisa y general de qué es lo político en la literatura. NO es lo panfletario. Y depende de cada escritor. Cada uno de los escritores que aquí se trata es político, pero cada uno a su manera. 
  • Para Mariátegui, Vallejo es el poeta político y comprometido por excelencia porque logra captar en su poesía, sin ser panfletario, la esencia de lo indígena. Lo que Mariátegui ve en la literatura indigenista es la manifestación de un espíritu. Literatura que dé cuenta de las vivencias indígenas presentes sin estereotipar. Nostalgia en Vallejo: manifestación peculiar de un sentimiento, como la caridad, lo sobrio. Mariátegui ancla esta nostalgia a una perspectiva de mundo indígena.
  • El término "proceso", presente en el título, es importante porque permite analizar cambios, modificaciones, y permite a Mariátegui concluir que no hay una sola literatura peruana.
Obra completa de Mariátegui en versión electronica: http://www.patriaroja.org.pe/docs_adic/obras_mariategui/

Video documental de la vida de Mariátegui: http://video.google.com/videoplay?docid=-9056551116369882664#





miércoles, 9 de marzo de 2011

Relatoría clase del miércoles 2 de marzo de 2011-Laura Velasco Blel
Texto: Rafael Gutiérrez Girardot. “Formas del ensayo latinoamericano” Tradición y ruptura. Referencias, 2006. pp. 167-184.

Rafael Gutiérrez Girardot en este texto aborda el horizonte en el que se desarrolla el ensayo en América Latina, el cual se determina por una circunstancia específica: el analfabetismo. Esta circunstancia limita el desarrollo de las imprentas y editoriales, y el reducido público lector se alimentaba culturalmente sólo con las revistas y principalmente de los diarios.

Planteando esta problemática, Girardot construye una pequeña tipología de los comienzos del ensayo en Latinoamérica, empezando desde sus esbozos con José Joaquín Fernández de Lizardi. En sus escritos utilizaba un lenguaje popular que se entendía como una reacción contra los cánones de la herencia española y como una crítica a su medio social. Con su novela El periquillo Sarniento, el ensayo se da en forma de novela caracterizado por disgresiones que hacen parte de un esbozo de ensayo.

Esta primera fase del esbozo del ensayo latinoamericano plantea un problema histórico-teórico para Girardot. Para analizar el ensayo latinoamericano se tiene que tener su propio aparato intelectual, para no correr el riesgo de leerlo como una forma importada porque no lo es.

Luego de Fernández Lizardi, Girardot se refiere a Manuel González Prada, quien plantea “el problema de la influencia de la oratoria en la determinación de los valores estéticos de las producciones literarias” (p.171). Así, el “talante oratorio” y el periodismo enmarcan las formas previas del ensayo, siendo esto una de las diferencias con el ensayo europeo.

El propósito del ensayo hispanoamericano es una crítica social y política, por esto Facundo es una alegato político que tiene una variada perspectiva argumentativa que envuelve historia, sociología, política, biografía y crítica. Todas estás características están contenidas en la forma del ensayo, por esto Girardot se encuentra en desacuerdo con quienes tratan de encasillar al Facundo dentro de un género literario cerrado. Sarmiento aporta al ensayo latinoamericano una  significación literaria, e histórica, además de que enriquece la prosa española.

Martí, por su parte contribuye a la construcción del ensayo hispanoamericano con la constitución del ensayo crítico-literario. Martí propone “un miar hacia adentro”. Al igual que González Prada “configuraron el ensayo como obra de arte”. Ellos agregan la creación poética al ensayo literario, por esto el ensayo hispanoamericano se caracteriza por una parte sociopolítica y otra literaria.

Otros ejemplos que contribuyeron a la construcción del ensayo en América Latina fueron Chacón y Calvo, que trasforman la oratoria en “prosa artística”. Además, Girardot nombra a Manuel de la Cruz quien realizó ensayos crítico-literarios enfocados a una investigación científica. En esta misma línea se encuentra José Enrique Rodó, quien con su libro Ariel,  confiere al ensayo “el papel de guía y de descubridor de ámbitos hasta entonces inexplorados”. Este camino fe la conciliación entre el positivismo y la “necesidad de un horizonte metafísico”. Considerando esto, en la primera mitad del siglo XX el ensayo fue una herramienta de discusión política y cultural. Entre los exponentes de este tipo de ensayo se encuentran José Ingenieros, Francisco Romero, Mariátegui, entre otros.

Finalmente: “Henríquez Ureña y Alfonso Reyes culminan la tradición iniciado por Sarmiento y Martí”. Y por su parte, Jorge Luis Borges introduce el ensayo filosófico-literario. Con una crítica al tipo de ensayo académico, pasado por modas y tendencias rígidas de aplicación de conceptos, y por la encrucijada en que se encuentra la novela, debido a la comercialización, G. Girardot concluye esperando que aparezca algún tipo de incentivo crítico que dé pie a otro tipo de ensayo en Latinoamérica.

Con los puntos de lectura anteriormente expuestos, la discusión de la clase se centro en hablar de los  esbozos como una forma abierta. Ésta envuelve una forma que no está prevista y que contiene todas las características del el ensayo latinoamericano que trata Gutiérrez Girardot. Al hablar del ensayo el autor no lo categoriza, sino que trata de dejar claro que el ensayo se construye desde una búsqueda por parte de escritor y por esto no tiene que escribir bajo unos parámetros estrictos, pues el ensayo envuelve una multiplicidad. La discusión también resalta que el ensayo hispanoamericano envuelve lo crítico-social y lo literario, característica que hace aún más evidente la diferencia con los ensayos europeos (aunque se esté en diálogo con su tradición), pues estos se centran en una introspección, mientras que los ensayo de América Latina toman en cuenta un contexto, y por ende una historia.