domingo, 22 de mayo de 2011

RELATORÍA MIÉRCOLES 4 DE MAYO- Franco y Molloy

Textos: Franco, Jean. “Apuntes sobre la crítica feminista y la literatura hispanoamericana”. En: Hispanoamérica, XV, núm.45, 1986, pp. 31-43.
Molloy, Silvia. “La cuestión del género: Propuestas olvidadas y desafíos críticos”. En: Revista Iberoamericana, vol. LXVI, n 193, oct-dic, 2000, pp815-819.

Esta clase se focalizó en subjetividad y género. Para lo mismo, se trabajó con los textos citados arriba de Jean Franco y Silvia Molloy. Ambas hacen, de manera diferente, un paneo de la situación de la crítica y la teoría de la literatura femenina en Latinoamérica.
Jean Franco empieza señalando que muchas mujeres escritoras latinoamericanas hacen una genealogía desde Sor Juana en adelante, en cierta forma, para legitimarse. También agrega que estas genealogías aún no están hechas, y, por ende cada escritora retoma lo que le es útil. Y el problema para Franco comienza cuando se busca ver porqué no ha sido hecha tal genealogía por parte de los estamentos oficiales, si se quiere. La respuesta es porque no muchas de esas escritoras que se nombra están en el canon. De esta manera plantea la relación entre canon y nación, y el papel de la mujer en tres estadios de la misma: colonial, nacional y posnacional. En el último, la inglesa marca a la intertextualidad como un terreno de lucha del poder en el que las exclusiones y la marginación del pasado se hacen presentes. Nombra el caso de Lispector, Ferré y Peri Rossi, quienes cambian su lugar de enunciación por un narrador masculino. De esta manera, y al igual que Molloy, el lugar de enunciación y de investigación de la literatura femenina no es necesariamente desde una voz femenina.
Franco comienza su trabajo planteando que la teoría contemporánea tiene la tarea de deconstrucción de la institucionalización del género, y en este sentido se relaciona con la teoría feminista. La teoría feminista, la cual se diferencia de la crítica feminista, busca “cambiar el estudio de la literatura (…), abarcar una lectura de la cultura que altere sustancialmente los marcos del sistema literario y nos dé, al mismo tiempo, nuevos instrumentos de análisis.” (Franco, 1986: 265). Se marcaron en clase tres olas de la teoría feminista. La primera está relacionada con la reivindicación de los derechos políticos de las mujeres, como el voto. La segunda ya es de lo femenino como universal, como representación. Sin embargo, se marcó una falencia y es que, en este caso, se trata a la mujer como homogénea, desde una categoría esencialista. Y por último, los feminismos negros en los que se puede ver una solidaridad de género con la opresión colonial. Franco señala que la teoría feminista tiene una estrecha relación con las teorías deconstructivistas (ya que el género es una construcción con límite imaginario), principalmente con el marxismo y con las teorías descoloniales al criticar a las instituciones y al sistema literario en sí.
Al finalizar, la autora nombra el crecimiento en el número de publicaciones de literatura femenina y lo relaciona con el período de crisis actual que demuestra la caída de las “narrativas maestras” basadas en la exclusión de la heterogeneidad. En este sentido, la teoría femenina debe ser localista, ya que lo que pasa en Latinoamérica no es lo mismo que el subalternismo en India, por ejemplo.
En esta línea, Molloy hace un texto subversivo que es más bien una enunciación de caminos y desafíos críticos que un típico trabajo académico. Se resaltó en clase porqué era atípico y porqué subvertía la academia. Más allá de las intervenciones de la narradora, Molloy parte de ver lo femenino en escritores canónicos que no se han estudiado así, como el caso de Sarmiento y Rodó. Al igual que Franco, marca la necesidad de un trabajo de archivo. Pero aclara que no es suficiente, que es necesario trabajar con lo que “hacemos a partir del género más que el género” (Molloy, 2000:818) en sí mismo. Retoma a Foucault como un nudo de resistencia que abre fisuras culturales en los discursos establecidos. Y a partir de esas fisuras, la performance del género es entendida como desestabilizadora en sí.
Su propuesta es analizar, desde la creatividad, las nociones de los discursos de nación, ver en escritores canónicos las nociones de sexualidad que circulan (Sarmiento, por ejemplo) y mirar el conservadurismo en las propias mujeres. Se nombraron en clase otros textos de la misma autora con una manera similar de análisis. El texto finaliza con un llamado a una “intervención de relectura llamativa” (Molloy, 2000:818) teniendo en cuenta lecturas pasadas y la incidencia del género en otros discursos.
Al concluir la clase, un alumno preguntó porqué la universidad como institución educativa incluía tan tarde en el plan de estudios textos deconstructivos como éstos. La repuesta por parte de la profesora es que no son textos fáciles de abordar; como Franco marca, el precedente de teorías marxistas y decoloniales es imprescindible para entenderlos. A su vez, este paradigma deconstructivista feminista es complejo ya que son discursos diferentes, con necesidades de herramientas diferentes, se relacionan con lo emotivo de cada uno (es algo personal) y, por último, no hay aún una noción del valor de la literatura escrita por mujeres. Este paradigma se inscribe dentro del poscolonial que rompe con la homogeneización como el afroamericano, el popular y el indígena. Es importante que se enseñe ya que permite “sospechar” y hacer, como Molloy dice, una lectura llamativa de textos canónicos.

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