lunes, 21 de febrero de 2011

Relatoria 7 de febrero de 2011 - Anibal Quijano

Jaime Henríquez Fattoni
Relatoría – Crítica latinoamericana – 7 de febrero de 2011

Texto: Quijano, Aníbal. “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina”. En: E. Lander (ed.), 2000. La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas. Facultad de Ciencias Económicas y Sociales. Instituto Internacional para la Educación Superior en América Latina y el Caribe, Caracas. Pp. 201-246.

Hay varias nociones claves en el texto de Quijano. La primera es la de raza. Una compañera empieza mencionando cómo Quijano ataca el invento de la idea de raza, resaltando su carácter de invento y señalando que su surgimiento se da junto con la formación del nuevo patrón de poder que se estableció en la Conquista/colonia. Luego de esta formación del nuevo patrón de poder, la humanidad fue dividida en razas: blanco/negro/indio. Eurocentrismo, colonialismo, capitalismo: las relaciones que estos conceptos nombran se dieron todas con el nuevo patrón de poder instaurado en la colonia. En este patrón colonial, y con la invención del concepto de raza, se da una división racial y de género del trabajo. La división de género no es nueva, pero es aprovechada y profundizada mediante el nuevo patrón.
(Paréntesis: con respecto a Oriente no se aplican las categorías que se aplican desde Europa para la América colonial. Así, Oriente tiene a los ojos de Europa una categoría de cultura que se respeta, que no se avasalla, otro casi al mismo nivel que la misma Europa, no es otro inferiorizado con fines económicos, como sucede en Latinoamérica).
Otra noción clave para nosotros en su texto es la noción de “eurocentrismo” debe entenderse, siempre, según la definición que da Quijano en la página p. 219: “específica racionalidad o perspectiva de conocimiento que se hace mundialmente hegemónica colonizando y sobreponiéndose a todas las demás, previas o diferentes, y a sus respectivos saberes concretos, tanto en Europa como en el resto del mundo”. En esa frase se condensa la problemática que queremos tratar en clase: ¿de dónde viene el predominio de un paradigma, para la crítica en nuestro caso? ¿qué implicaciones tiene eso para la crítica y para la literatura en América Latina?
            Hay allí también, atravesadas por estas nociones, dos duplas principales: colonialidad/modernidad y capitalismo/eurocentrismo. En especial nos interesa la división colonialidad/modernidad, por dos campos que son literaturas coloniales (y sus implicaciones sobre el s. XIX) y literaturas caribeñas o antillanas. Con respecto a esta dupla, una compañera resalta que la visión eurocéntrica de la modernidad es aquella que pone a Europa como inventora de la noción modernidad, que tiene “la patente de la modernidad” como dice Quijano. Esa visión pone a todo lo que no es Europa como algo anterior a Europa, pre-moderno y pre-europeo. Esto se hace con fines políticos claros.
Una noción de modernidad implica (p. 212) “las ideas de novedad, de lo avanzado, de lo racional-científico, laico secular”, y se resalta que estos elementos han podido darse en muchas culturas y en muchas épocas históricas. La otra es la noción Modernidad como un concepto histórico: tiene un momento de origen, que tiene que ver con la concepción de Europa como centro y eje de la historia mundial (c. s. XVII). Las condiciones de algo moderno serían definidas a partir de ese encuentro colonial, incluidas las estrategias de justificación y los patrones de saber que justifican la colonia. Estas estrategias se dan en torno a asuntos de trabajo (capital), de saber (barbaros/civilizados, racionales/irracionales) y de raza.
La noción europea de modernidad implica: 1) Historia con mayúscula (registro oficial, contada casi siempre desde una posición eurocéntrica); 2) la idea del sujeto racional; 3) idea de razón vs. mito. Lo que se deduce de esta visión eurocéntrica es que como América no inventó el paradigma entonces es definida siempre negativamente (no es tal, no es cual) y está condenada siempre a ser una “mala copia”. Porque nunca podrá alcanzar el estatus europeo, que es el que se considera “perfecto”, América está siempre condenada a la imperfección. También nosotros solemos analizar nuestra propia producción literaria desde una perspectiva eurocentrada. El cambio de mira importa y cambia el sentido de lo que se estudia. Como por ejemplo en el concepto Estado-nación (al modo como lo analiza Quijano en este texto), que se da por universal siempre que se miran las cosas desde una perspectiva eurocéntrica, ya que el Estado-nación es una noción europea.
Son estrategias de posicionamiento del eurocentrismo, que todavía hoy se viven y que son efecto de la colonialidad del poder: 1) despojar al otro de lo que sea expropiable; 2) impedirle el acceso a su propia cultura, a sus propias fuentes; 3) imponerle la cultura ajena. Haciendo esto se imponen nociones de historia/sujeto/saber.
            Según la Historia eurocentrada, la historia de América empieza con el descubrimiento. Hay una linealidad histórica creada por la visión eurocéntrica, en la que toda la historia del mundo gira en torno a Europa y que la tiene a ella como centro. Desde el campo de las literaturas coloniales se comprende por qué hay que repensar la  noción teleológica de la historia y aprender a concebir la simultaneidad de procesos, para lo cual la Colonia es un ejemplo perfecto. Durante la Colonia se ven las tensiones que intentan posicionar criollos contra metropolitanos. Y se ha analizado esto fructíferamente con nociones como neocolonialidad (Mignolo): rearticulación de los paradigmas después de las independencias sin cambio de esos paradigmas. Los criollos pasan a ser el reemplazo del metropolitano que manda sobre el indio o sobre el negro.
Para el caso de las literaturas antillanas, en este mismo sentido, ocurre que en el Caribe (el Caribe no hispanoparlante) los procesos de independencia empiezan todos tardíamente, en el s. XX. Por ende, hay una preocupación constante de separarse del paradigma impuesto.
Se resalta que estas nuevas concepciones (a partir de los 60s) están generando toda una serie de nuevas áreas de investigación y conocimiento en América Latina: las nociones de neocoloniasmo, estudios culturales, el tema del Otro, historia del subalternismo, poscolonialismo. Todos hacen parte de una revisión general de perspectivas.
En todas estas discusiones sobre decolonización, nueva crítica y demás, no se está proponiendo que sólo se lea literatura latinoamericana. Hay que reconocer, sin embargo, que hay circunstancias históricas que ponen al crítico una responsabilidad de apersonamiento y de posicionamiento en el contexto y sus ejes de articulación. Una mirada consciente de su medio y de los efectos del texto sobre ese medio.

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